Minimalismo y estilo de vida

Según Will Smith “gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para impresionar a la gente a la que no le importamos”. Es decir nos rodeamos de cosas, chismes y adornos que no necesitamos en nuestra vida y con ello perdemos energía, vitalidad. Nos descentramos y alejamos de lo importante. Las personas. El acumular nos consume, el desapego nos da alas.

Por ello yo soy fan del movimiento minimalista, un estilo de vida que huye del excesivo consumismo, que promueve valorar lo importante, vivir con menos y ser más feliz y más consciente con lo que ya se posee.

«Menos es más«, el lema del diseño minimalista que impuso el arquitecto alemán Mies van der Rohe durante la primera mitad del siglo XX, proponía la composición sencilla, una belleza que nace del rechazo de todo lo que no sea necesario. Después de la Segunda Guerra Mundial, «menos es más» sugería cierta incomodidad ante la abundancia. La moderación y la austeridad podían ser signos de refinamiento o que «la simplicidad es la máxima sofisticación«, en frase atribuida a Leonardo da Vinci. Esta idea de sobria elegancia influyó mucho en Steve Jobs, el magnate informático y fundador de Apple, quien tiene un inesperado protagonismo en las nuevas corrientes minimalistas.

Desde hace unos años la mayor impulsora del minimalismo es la más célebre de las ordenadoras es Marie Kondo, autora de La magia del orden y de La felicidad después del orden. Su lema es «conserva solo lo que te haga feliz y despréndete de lo demás«. «Pocas cosas me interesan aparte de ordenar«, declara y afirma que «la vida sólo empieza verdaderamente después de poner orden en la casa«.

Para mi hubo un antes y un después de leer La magia del orden. Además de deshacerme de 20 bolsas de 100 litros cosas que ya no me servían (seguí estrictamente el método y me llevó 6 meses organizar mis cosas por conceptos no habitaciones y decirles adiós) mi casa empezó a ser exactamente el lugar donde quería estar con mi familia y mis cosas elegidas meticulosamente . Deje de tener cajas con “repuestos” que nunca usaría. Marie Kondo me enseñó que ordenar no es tener repuestos en cajas ordenadas sino simplemente es no tenerlos.

Ya no había vajilla de repuesto. La mejor es la que usamos siempre. Ni vasos de diario o fiestas. Los más bonitos son los que usamos. Ni libros que leí hace mil años y no volveré a leer. Seleccioné con cuidado los que me quedaba y los demás hicieron felices a otras personas. Dormimos con las mejores sábanas. Usamos los cojines más bonitos y las mejores mantelerías. No tenemos de repuesto. Ya no tengo CDs ni DVDs, ni adornos, ni mesa de centro que nos impida disfrutar del salón, ni mantelerías delicadas que nunca pondré, ni 5 juegos de sábanas ni…. tantas cosas que estorban a mi familia. Mi casa da paz y sensación de espacio. Y es así como la quiero. La maleta siempre lista eso si.

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